Los Místicos y Sus Pequeñas Maneras

Escrito por el Maestro Therion

UNO ES NADA, MIENTRAS QUE DOS ES EN REALIDAD UNO

El Misticismo es realmente bastante simple. Es meramente un Estado de la Mente en el cual todos los fenómenos son considerados como ilusión pura. La única realidad es lo que es llamado por un místico el pleroma, por otro Isvara, o Parabrahman, o purusa; por un tercero, Dios; por un cuarto, el Alma Pura; por un quinto, el Ser, o el Absoluto ? y así en adelante, más o menos, indefinidamente.

El Misticismo no es una creencia. Es una cuestión de experiencia directa como resultado de la iluminación interior, ahora y entonces ? aunque no a menudo ? emergiendo espontáneamente. Más usualmente es el resultado de la persistencia en ciertas prácticas religiosas, como la meditación, por ejemplo. El Misticismo es una cuestión totalmente distinta para cada individuo, por lo que los místicos raramente forman sectas, y cuando así lo hacen, las sectas nunca son exitosas. Aún así, han existido los Gnósticos, los Therapeutae, los Cátaros, los Esenios, y por supuesto, en el lejano Oriente, los Sufís, los Taoístas, y varios grupos Indios e Indochinos. Pero todo esto es una especie de accidente.

Todo místico de cualquier clase es realmente un individuo solitario, el cual, pensando en elevar a todo hombre a su propia perfección, simplemente tiene éxito al fundar un nuevo culto, o una religión. La gran mayoría de los discípulos originales de tal individuo probablemente hayan tenido alguna experiencia mística. Entonces aparece alguna mundana, ambiciosa persona que explota los elementos crudos (y fallando al tratar de comprenderlos, deja de lado a los sutiles) de la enseñanza del Maestro. Toda ?enseñanza? es fundamentalmente falsa, pues nada importa tanto como el enseñar a cada persona como destruir la ilusión que le está apartando de la perfección.

Muchos místicos, por supuesto, se han dado cuenta de la fatuidad de fundar una religión, y así pues se han dedicado exclusivamente a un pequeño círculo de discípulos. Tales fueron Porfirio, Plotino, Joachim de Fiora, Hildegard de Bingen, Elizabeth de Schonau, Amalric de Bena, el Maestro Eckhart, Suso, Tauler, Van Ruysbroeck, Gerard Groot, Thomas Munzer, Nicholas de Cusa, Sebastian Franck, Paracelso, Valentine Weigel, Jacob Bcrhme, St. Teresa, Mme. Guyon, Juan de la Cruz, J. G. Gichtel, Henry More, Poiret, Dr. Dee y Sir E. Kelly, William Blake, Bernard de Clairvaux, Hugh y Rich-ard de St. Victor, Novalis, Bonaventura, Eliphas Levi, Victor Benjamin Neuburg, y nuestro propio Emerson. De muchos de estos hombres tenemos pocos vestigios. Solo podemos contar con sus ocasionales tratados y cartas. Sería imposible dar ninguna cuenta acerca de los místicos Asiáticos. En Asia todo hombre es consciente de que el misticismo es el alma de la religión, y busca una experiencia mística directa.

Sobre místicos que han fundado o han tratado de fundar cultos tenemos más nombres famosos: Sócrates (y Platón), Zoroastro, Dioniso, Ignacio de Loyola, San Francisco de Asísi, Apolonio de Tiana, Issa bin Jusuf, WilliamLaw, Claude de San Martin, George Fox, Swedenborg y H. P. Blavatsky. Probablemente Andreas, y sus sucesores, y muchos otros que han preferido trabajar a través de la vía de las sociedades secretas, deberían de ser mencionados. Muy a menudo en dichos casos sus nombres y sus actos están perdidos, aunque su trabajo bien haya podido revolucionar la vida espiritual de continentes enteros.

El método de un místico al proclamar su ?Ley? es siempre el mismo. Escoge un singular, simple, fundamental, y revolucionario comentario, y hace que el Universo lo obedezca. Así pues Mahoma con su ?Solo hay un Dios?. El resto es solo la cosecha de esa semilla. Así también Buda con su negación del atman, la doctrina fundamental de los Hindús; él pone su dedo en la esencia del sistema que está buscando destruir, y el sistema completo explota. Un caso moderno es el dicho ?Haz tu voluntad será toda la Ley. Amor es la ley, amor bajo voluntad.?

Pues el misticismo en su mejor forma puede ser definido como el Genio en un plano Religioso. Y todo genio consiste en dos partes: primero, la capacidad de ver, oír, y sentir todo lo que existe en el mundo con exactitud; y segundo, el poder para destilar dicha impresión a una quintaesencia, y verterla poco a poco como un perfume. La mente mística puede, por definición, hacer estas dos cosas. Interpreta todo fenómeno como un trato directo de Dios con el alma, y crea de cada fenómeno una imagen de gloria, la irradia y la propaga por todo el universo.

Shelley ha puesto voz al retrato de un verdadero místico en la siguiente estrofa:

He will watch from dawn to gloom
The lake-reflected sun illume
The yellow bees in the ivy-bloom,
Nor heed nor see, what things they be
But from these create he can
Forms more real than living man,
Nurslings of immortality!
(Él vigilará del amanecer a la penumbra
El lago-reflejo el sol ilumina
Las abejas amarillas en la hiedra en flor
No atiende no mira, qué cosas son
Pero de éstas crear él puede
Formas más reales que el hombre viviente,
¡Doncellas de la inmortalidad!)

Esta es la tónica dominante de todos los místicos, que su análisis del Universo finaliza en la Deidad. La consciencia ya no es humana, sino divina. El país y el lenguaje difícilmente hacen variar la expresión en sí misma. Mansur, el místico Persa, fue lapidado por decir ?Yo soy la Verdad, y dentro de mi turbante no envuelvo otra cosa salvo Dios?. Se dice que sangre trazó ana?l-haqq ? ?Yo soy la Verdad? ? en la arena. El saludo usual del Hindú es prácticamente idéntico. ?Tú eres Aquel?, exclama reverentemente al encontrarse con un hombre, y junta sus manos para señalar que Dos es en realidad Uno.

Los Gnósticos, los Neoplatónicos, los Cristianos, todos poseen esta idéntica consciencia interna. Solo falta un paso más, y ese es el de identificar este Uno con la Nada. Los Chinos fueron los primeros en expresar esto claramente con palabras; su concepción sobre el tao queda todavía inigualada por su claridad en este punto. Pero Indios y Cristianos les han sobrepasado en detalles y en demostración intelectual. En el famoso Libro de las Mentiras, uno de los mejores tratados modernos sobre misticismo, de Frater Perdurado, el autor llena la primera página con un signo de interrogación, y el reverso de esta con un signo de exclamación, simbolizando que el Universo tiene dos fases, escepticismo y misticismo, y que estas dos son iguales y opuestas, y por lo tanto Una. Su primer capítulo él lo llama ?El Capítulo que no es un capítulo? y le da comienzo con el signo: 0!

Él quiere decir, con el 0, lo infinitamente grande; con el . lo infinitamente pequeño; y con la línea recta, el universo manifestado, el resultado de la interacción de los dos primeros. Él entonces desciende a nuestro entendimiento inferior utilizando simples palabras, y describe ?La Ante Primaria Tríada que es No-DIOS? con estos simples pero elegantes términos:

Nada es.
Nada se hace.
Nada no es.
(O:
La Nada es.
La Nada se hace.
La Nada no es.)

Por supuesto, cuando la Nada no es, Algo es; así pues alcanzamos ?La Primera Tríada, que es DIOS?, que comienza con ?YO SOY?. Existen muchos otros capítulos para excitar la maravilla en este pequeño volumen. Aquí van algunas frases adicionales: ?No es necesario entender; es suficiente con adorar.? El Dios puede ser de arcilla; adóralo y se convierte en Dios. Ignoramos lo que nos creó; adoramos lo que nosotros creamos. No creemos ninguna otra cosa que DIOS. Aquello que nos hace crear es nuestro verdadero padre y nuestra verdadera madre; creamos a nuestra propia imagen - que es la de ellos. Creemos por lo tanto sin miedo; pues no podemos crear nada que no sea DIOS. Y esto es del capítulo llamado ?Phaeton?:

No.
Yes.
Perhaps.
O!
Eye.
I.
Hi!
Y?
No.
Hail.
(No.
Sí.
Quizás.
¡Oh!
Ojo.
Yo.
¡Hola!
¿Por qué?
No.
Salve.)

Este capítulo no necesita ninguna explicación. Es evidentemente una perfecta sinopsis del gran Problema Filosófico, Místico y Ético que siempre ha desconcertado, y siempre desconcertará, al HOMBRE.

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