Sobre la Educación de los Niños

Escrito por el Maestro Therion

Cada niño/a debe desarrollar su propia Individualidad, y su Voluntad, haciendo caso omiso de Ideales ajenos(o alienantes). En la Abadía de Θελημα en Cefalú sus recursos y su originalidad son combinados en diversos ambientes. Se le enfrenta a problemas tales como la natación, la escalada, el trabajo del hogar, y se le permite que los resuelva a su manera. Su subconsciente se ve influenciado por la lectura de obras maestras de la literatura, permitiéndoles que se infiltren en su mente automáticamente sin ningún tipo de énfasis selectivo o sin exigirle ningún tipo de comprensión consciente. Nada es enseñado excepto Como pensar por uno mismo. Es tratado como un ser responsable e independiente, animado a la auto-dependencia, y respetado por su auto-afirmación.

La educación consiste en asistir a un alma a que se exprese a sí misma. A todo niño se le deberían presentar todos los posibles problemas y permitírsele registrar sus propias reacciones; se le debería empujar a que les plante cara a todas las contingencias sucesivamente hasta que las haya superado satisfactoriamente. Su mente no debe de ser influenciada, sino que solamente sea ofrecida con todos los tipos distintos de nutrición. Sus cualidades innatas le permitirán seleccionar los alimentos apropiados para su naturaleza. ¡Respeta su individualidad! Preséntale toda la vida para su inspección, sin comentarios. La verdad enseña al entendimiento, la libertad desarrolla la voluntad, la experiencia confiere ingeniosidad, la independencia inspira a la auto-confianza. De ese modo el éxito es seguro.

Cada niño es el Dios de su propio Universo. La educación desarrolla el control del mismo. No debe de enseñársele nada excepto como gobernar su propio entorno. La Verdad es la primera condición; debe contemplar todos los hechos científicamente. El Coraje, la segunda; debe lidiar con todos los hechos resueltamente. La Organización, la tercera; debe integrar las impresiones y las ordenaciones. Debe permitírsele una absoluta autoridad sobre sus reacciones, pero su tendencia a engañarse a sí mismo o de evadir la realidad debe de ser cauterizada mediante la confrontación insistente de las realidades repulsivas. Debe saber despejadamente, osar intrépidamente, querer integralmente, y guardar silencio sublimemente.

La educación capacita a los individuos para interactuar con el entorno. Desde la infancia los niños deberían de encarar los hechos, sin hallarse estos adulterados por explicaciones. Permítaseles pensar y actuar por sí mismos; ¡permítaseles que su integridad innata se inicie por sí misma! Hágaseles explorar todos los misterios de la vida, superar todos sus peligros. La falsedad y el miedo son sus únicos adversarios. Permítaseles ser testigos del nacimiento, el matrimonio, la muerte; permítaseles escuchar poesía, filosofía, historia; ser compelidos al aprendizaje pero no a su expresión articulada. Hágaseles encarar precipicios, olas, animales, encontrando su propia fórmula de conquista. Empújales a la Verdad incansablemente, cuidadoso simplemente por hacer su campo totalmente abarcador; confía en ellos para que la usen.

Permítaseles a los niños educarse a sí mismos para ser ellos mismos. Aquellos que les entrenan bajo estándares les mutilan y les deforman. Los ideales ajenos(o alienantes) imponen perversiones parasitarias. Todo niño es una Esfinge; nadie conoce su secreto salvo él mismo; ¿asumes que la Ignorancia es la que inicia a Isis? Permite que la Esfinge incube su secreto, hasta que su hora haya llegado; uno puede asistirle simplemente dejándole contemplar la existencia. Permítele contemplar todas las cosas en la Tierra y en el Cielo. Protégele sin falta; fortalécele con sucesivas luchas. Que sea omnisciente, omnipotente, perfeccionado por su propia Virtud para servir su propio propósito ? individual, independiente, iniciado - ¡Él Mismo!

?Profesores Procrustianos?(1), asumiendo Ellos Mismos la correcta ?Medida de la Humanidad?, deforman a los niños deliberadamente mediante Ideales. Los jardineros nunca consideran como iguales a las amapolas y a los tomates; nutren a cada planta mediante su propia regla, buscando la excelencia en sus propiedades particulares. Incluso la educación primaria debería de estar adaptada a cada individuo; cada mente tiene sus propias peculiaridades. ¿Por qué no poner los cuerpos de los chicos en un molde de yeso de ?Perfección?? Toda presión en un material plástico es perniciosa, contrariando sus verdaderas tendencias, y pervirtiendo sus proporciones. Los crecimientos monstruosos compensan como consecuencia a todas las opresiones. La educación debe acostumbrar a la mente para hacer frente a todas las eventualidades, interpretando, juzgando, y reaccionando tal y como su necesidad individual lo demande.

La mayoría de las personas engañan a los niños a propósito, sosteniendo que es por necesidad que ellos los protegen. Una falsedad introduce la confusión en las concepciones correctas; el cerebro, desconcertado, pronto encuentra evidencias conflictivas. La contradicción entre los hechos observados y la enseñanza recibida revuelve su rectitud. Los niños desconfían del Universo; la inteligencia se rebela. Años de incertidumbre dolorosa se vengan de la decepción original. Los niños son entrenados también para falsificar, sofisticar, negar u olvidar los hechos; se les prohíbe que les planten cara. Blandiendo las armas equivocadas, se tropiezan con enemigos desconocidos o sobre los que han sido mal informados. La Naturaleza se muestra traicionera; desconfían de sí mismos; como el afilador de billar de Gilbert(2), juegan ?en una falsa lona con un taco torcido y unas bolas de billar elípticas?.

En la Abadía de Θελημα en Cefalú los niños son como los adultos. Las Realidades son su derecho; observan desapasionadamente y actúan responsablemente. Son formados para liberarse a sí mismos de emergencias graduales. Taladran, nadan, escalan, juegan, exploran el pueblo o el campo a solas; escuchan frases hechas. Usan sus mentes como corresponda, nunca de una manera forzada. Aprenden a observar la verdad, el coraje, la cortesía y la independencia; a preocuparse de sus propios asuntos y a no entrometerse en los asuntos ajenos, respetando los derechos de los demás, sintiendo rechazo por la interferencia. Aprendiendo sobre las realidades actuales con precisión y actuando adecuadamente en consecuencia, en lugar de lloriquear, aferrándose, avergonzándose, y fingiendo, se dominan a sí mismos y dominan su entorno.

Los cerebros jóvenes almacenan las impresiones sensoriales sin necesariamente tener que someterlas a juicio. Las facultades mentales más elevadas se desarrollan gradualmente. Forzar el crecimiento es algo criminal, especialmente en direcciones dogmáticas. La reflexión, la clasificación, la coordinación, son mecanismos de la mente en crecimiento para tratar con los almacenamientos en detalle. La educación debería de, simplemente, proporcionar hechos, inteligibles o no, de toda clase. Evitar el comentario, la explicación, el juicio moral; la mente del niño debe de manejar este material. La Verdad ha de ser enseñada como la condición de una correcta relación, el coraje como la de una correcta reacción. El individuo en igualdad con su entorno, evoluciona a la perfección. Los niños así educados son absolutamente ellos mismos, capacitados para aprender y actuar por medio de una evolución autónoma.

La evolución demanda individuos excepcionales, más aptos para su entorno que sus compañeros. Las especies prosperan imitando a excéntricos eficientes. La mediocridad, la moralidad a medida, protege a los ineptos, pero impide el progreso, disuade de la adaptabilidad, y asegura la más absoluta ruina para la raza. Los estándares de la educación, los ideales de Verdadero-o-Falso, los convencionalismos, los credos, los códigos, hacen que la Humanidad se estanque. Fomenta a los individuos originales ¡Ten cuidado de no encajonar a la Piedra Angular, o de arrojarla entre la basura! ¡La mediocridad quería a Keats como farmacéutico, a Gaugin como banquero, a Clive como oficinista, a Mahoma como arriero de camellos!(3)